martes, 8 de noviembre de 2011

OBRA TEATRAL

LA COHERENCIA NECESARIA
(Diálogos de un ciudadano con su presidente)
GUILLERMO F. PARODI

PRIMER ACTO.
La escena se desarrolla en la secretaría del Presidente de la República de un país latinoamericano.
Personajes:
Secretario del Presidente.
Joaquín.

Entra Joaquín limpio, bien afeitado, pero vestido con harapos, y es recibido por el secretario del Presidente.

JOAQUÍN: Buenos días caballero, soy Joaquín Ybarra y tengo una audiencia con el señor Presidente.
SECRETARIO: ¿Usted quiere ver al Presidente con esa pinta?
J.: Realmente me gustaría estar mejor vestido, pero soy pobre.
S.: (Desdeñosamente) Podría haber conseguido una ropa decente de algún amigo.
J.: Es que mis amigos también son pobres.
S.: Bueno, advertiré de la situación al Señor Presidente, a ver si acepta recibirlo.
Pasan unos minutos y el secretario vuelve y se dirige a Joaquín.
S. (Con una sonrisa irónica) Adelante señor pobre, el Presidente le concede quince minutos.
El secretario avanza hacia el despacho del Presidente, seguido por Joaquín.
FIN DEL PRIMER ACTO.

SEGUNDO ACTO.
Despacho del Presidente de la República.
Personajes.
Presidente.
Edecán naval.
Joaquín.

Entra Joaquín.

J.: Buenos días señor Presidente, soy Joaquín Ybarra, vengo como un simple ciudadano a dialogar con mi representante.
El Presidente, divertido, le da la mano con una sonrisa.
PRESIDENTE: ¿Cómo está Joaquín?, lo esperaba. El tema de su pedido de audiencia despertó mi curiosidad. ¿Qué quiere decir con "pedido de coherencia"? ¿A qué se refiere?
El Presidente toma asiento y le indica una silla a Joaquín.
J.: Señor Presidente ¿somos un país rico?
P.: (Molesto) ¡Me contesta a una pregunta con otra!
J.: En realidad tengo una formación clásica y en mi casa usábamos el método de los diálogos platónicos, conocido con el nombre de mayéutica. Sócrates , hijo de una partera, trataba de hacer nacer en la mente del interlocutor la sabiduría que todos llevamos dentro.
P.: Sí, conozco el método pero no me parece adecuado para usarlo con su Presidente.
J.: (Serio) Sí. Usted es mi Presidente y eso implica que es un servidor del pueblo y por lo tanto, un servidor mío.
El edecán naval, se lanza sobre Joaquín y lo toma por el cuello.
P.: ¡Déjelo capitán! En cierta manera este hombre, está diciendo la verdad. Joaquín, usted parece una persona educada y culta, lo escucharé e intentaré no enojarme. Perdónelo al capitán, no estamos acostumbrados a estos tratos, la mayoría de mis visitantes son hasta un poco empalagosos. ¡Vamos al grano!
J.: Señor Presidente, ¿somos un país rico?
P.: No evidentemente no, desde el punto de vista económico somos muy pobres.
J.: ¿Cómo nos ven desde afuera?
P.: Como pobres naturalmente.
J.: ¿Y por qué vienen las multinacionales a instalarse aquí?
P.: Para hacer negocios.
J.: ¿Usted se da cuenta de que los ricos obtienen ganancias de los pobres?
P.: Bueno, esas son las reglas del juego.
J.: ¿ Le parece un juego, ganar dinero con los pobres para mandarlo a un país de ricos?
P.: ¡Ah mi amigo! Necesitamos inversiones, necesitamos puestos de trabajo, necesitamos que la economía se mueva para cobrar impuestos y ayudar a los desprotegidos y educarlos gratuitamente.
J.: Tomemos a una petrolera extranjera, no de prospección, producción y refinación, sino simplemente de distribución. Importan nafta y la venden acá y sacan su ganancia. Esa ganancia se la llevan a su país rico. Las utilidades netas las envían afuera.
P.: Es cierto, pero necesitamos ese servicio, ellos, no se olvide, aportan capital. Si lo hiciera una empresa nacional deberíamos pedir préstamos y usted sabe la ineficiencia de las empresas estatales.
J.: ¿ Por qué son ineficientes?
P.: Bueno,... el amiguismo, la corrupción...
J.: ¿Hay solución para eso?
P.: Con la creación de los consejos de Magistratura para tener buenos jueces, pretendemos luchar contra la impunidad. Tenemos en marcha un proyecto del Banco Mundial para detectar los puntos débiles de la administración que permiten la corrupción, pretendemos instaurar un sistema de concursos para evitar el amiguismo.
J.: ¿Usted sabe que en algunos países todas las compras y contrataciones del Estado figuran en Internet, para que cualquier ciudadano pueda denunciar corrupción?
P.: Sí, lo he leído por allí, pero no tenemos dinero para hacerlo.
J.: Todos los organismos tienen computadora y yo he visto muchos empleados ociosos. Por otro lado podrían asegurarse de que solo usen Internet para ingresar los datos y no lo usen para jueguitos o para charlar con los amigos.
P.: Lo tendré en cuenta, Joaquín.
J.: ¿Entonces para qué privatizar?
P.: Usted sabe, las presiones del FMI para la reforma del Estado.
J.: Usted comprende señor Presidente que entregarse a las presiones del FMI, es darle parte de sus poderes.
P.: Lo sé, pero nos tienen agarrados con la deuda externa, y nunca nos alcanza ni para pagar los intereses.
J.: O sea que si no tuviésemos deuda externa, ni amiguismo, ni corruptos podríamos conservar nuestra soberanía.
P.: Ni más ni menos.
J.:¿Usted sabe por qué fue perseguido Alan García, ex-Presidente del Perú?
P.: Sí, por corrupto.
J.: ¿Usted lo cree?
P.:Claro, ¿por qué no habría de creerlo?
J.: Porque ese valiente había limitado el pago de la deuda externa al diez por ciento de las exportaciones. Y fue perseguido, porque si yo tengo poder, le puedo poner una bolsita de cocaína en el baño de su casa y al rato aparecer con la policía antidrogas y mandarlo preso. Si bien el juicio definitivo sobre una persona, tal como su monumento deben ser siempre póstumos, al menos en ese aspecto fue un héroe.
P.: Bueno, es una posibilidad, pero eso nos muestra el castigo que podemos recibir por enfrentar a los poderosos. Joaquín, se está terminando mi tiempo y todavía no me contestó la pregunta sobre el pedido de coherencia.
J.: Tiene razón, pero todavía ese niño no puede nacer. ¿Me daría una audiencia la semana próxima?
P.: Hable con mi secretario, podría ser el miércoles. Le soy sincero, sus preguntas son triviales, pero por lo menos pasé un buen rato descansando de las entrevistas espinosas.
J.: (Estrechándole la mano) Gracias señor Presidente. Mayéutica, del griego: arte de partear, es una palabra que se usa, en sentido figurado, desde Sócrates, para nombrar el arte con que el maestro, mediante su palabra, va alumbrando en el alma del discípulo nociones que tenía en sí, sin él saberlo. Cito a la Real Academia Española y me disculpo por la insolencia de hablar de maestro y discípulo, y le digo que mis preguntas le parecieron triviales, porque las nociones ya las tenía dentro suyo.
Joaquín sale y el Presidente queda pensativo.
FIN DEL SEGUNDO ACTO.





(en orden de aparición).